La
palabra héroe en una de sus definiciones, habla de una persona admirada por sus
hazañas y virtudes. No comporto tal definición, ¿Imaginen por un momento cuánta
gente ha sido admirada por supuestas hazañas y virtudes en la historia de la
humanidad? No vaya muy lejos, visite una parroquia de vez en cuando o alcaldía
más cercana. Se dará cuenta de que hablo.
Bueno, dejando de un lado la piel de
cordero, hablemos pues del Superhéroe de los villanos. El astuto y encantador
Magneto.
Magneto
domina el espectro electromagnético. Para el caso de los colombianos, a veces,
nos gustaría pensar que en algún lugar del Amazonas o el Catatumbo, Magneto usa
sus poderes para atacar el Estado con sus aliados Campemutantes y por eso, se
nos caen las llamadas cada dos minutos con treinta segundos... pero no. ¡Claro
es una mierda!
La
historia de este curioso héroe, es triste. Yo sé que a muchos, como a mí, les
pasa que por alguna extraña razón, logran encariñarse con el malvado de toda
serie, novela, caricatura o en este caso, cómic. ¿O acaso... cuántos de ustedes
quieren a Piolín? Maldito Piolín.
Dejemos ahí el tema, luego haré un Blog donde podamos
hablar de estos enemigos burgueses y consentidos de la humanidad.
Magneto
es un Judío perseguido durante el holocausto. Quiere decir que nuestro villano,
era un Judío-mutante, cosa que para los Nacionalistas de aquella época, era
casi lo mismo, pero peor. Para ejemplificar y trayendo uno de los tantos casos en Colombia, el humilde Magneto era algo así como lechero y cafetero a su vez. Estaba
condenado al olvido y al hambre.
Esa es solo una, de las miles de
razones por las que Magneto decide cambiar el orden mundial. Para ello, cuenta
con la capacidad de moldear y dominar el hierro, incluso el de la sangre, he
visto morir a más de uno asfixiado por el chorro de sangre que Erik
Lehnsherr, envía al cerebro de su enemigo.
Erik es el Amo del Magnetismo. Una
mente maestra.
Este experto en mutación, es el dios de la ciencia contemporánea.
Dueño y amo de una de las más importantes revoliciones.
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